by juan re crivello
“Yo te vi tirado en la puerta de un lupanar de Kiota y no pensé que estabas meditando la venganza de tu señor, y te creí un soldado sin fe y te escupí en la cara. He venido a ofrecerte satisfacción. Dijo esto y cometió harakiri.” Jorge L. Borges Pág. 83, historia Universal de la Infamia
Ser un ridículo espía de la satisfacción personal de otro es una extravagancia que nos lleva a perder tiempo. Reasumir nuestras vidas, dejar de chismorrear y lanzarse a fundar un estilo de felicidad es quizás una agradable propuesta. Los lunes son polvorientos y el chándal del domingo ha quedado en la silla. No queda más que correr en pos de un destejido acto productivo donde se puede sentir uno realizado o tan solo sirve para pagar los gastos mensuales. ¡Qué difícil despojarse de las telarañas que nos remiten a seguir en una brecha equivocada!
E insistimos. A cuenta de un pasado infame a veces queremos un presente infame. Pero la libertad está a veces muy cercana. Y ¡no la vemos!
Los lunes son el motivo para refundarnos. La sandalia que no encontramos debajo de la cama, o la rareza temblorosa de una pareja que está allí por no atrevernos a des-amarla. Caminar hacia otro lado es una prioridad a veces y sería tan sencillo si fuéramos como en el texto de Borges y meditáramos sobre la venganza de nuestro tedio.
Con solo meditar nos liberaremos.
O tal vez
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