¿Qué tripa se te ha roto? -05

el

¿Re-sintonizamos?

by J. re crivello

Wert toco el timbre varias veces y nadie aparecía, luego preguntó a los vecinos, nadie refería la ausencia de A. Renz. La vecina más coqueta y parlanchina ante la presencia del famoso Wert soltó un poco el pico: que era un tipo duro, siempre con olor a colonia Don Algodón, vestía con tejano, y… marcaba paquete. Esto último fue una salida de tono que sonó inaudible pero fue repetida hasta tres veces al ver la cara de sorpresa de Wert. Ella la cubrió con una risa picara. Y además refirió que llevaba una moto de gran cilindrada y una vez se montó, pues él se ofreció traerla desde el mercado hasta casa y hablaron al respecto de algo que les unía: una tienda de productos ecológicos de la calle Port casi esquina Menéndez Pelayo. Wert una vez en la acera pidió una autorización judicial para entrar al piso de A. Renz y se pasó por la tienda ecológica. Allí solo decían maravillas del desaparecido y siempre terminaban en la misma descripción: «tenía un…, cómo decirle —dijo la vendedora entre las risotadas de la jefa— un así» y movió las manos como describiendo una bolsa redonda.

— ¡Un escroto! —exclamó Wert

— ¡Eso! Al entrar por el pasillo del mercado bailoteaba —agregó riendo con fuerza. Wert preguntó en las tiendas de alrededor, todas le describían como el señor tan presentable que insinuaba un cierto misterio.

— ¿Misterio? —preguntó a una vendedora. La dependienta del pescado agitó una lubina en la losa de mármol y sin cortarse agregó:

—Nadie le conocía ni trabajo, ni amores. A vosotros, los hombres —y la lubina se deslizó cerca del cuchillo— igual que al pescado, se os conoce por la boca. Y riendo remato: «Por la boca muere el pez».

Esa tarde Wert logró entrar al piso de A. Renz, todo estaba sumamente limpio y prolijo. Vio fotos, cartas, documentos, camisas apiladas y planchadas con estilo casi irreal y una colección de botas. Su ayudante exclamó:

—Este tipo es gay o bisexual. Wert asintió con la mirada y acordaron que su ayudante fuera a la calle del Pecado en Sitges y enseñara por los bares su foto por si era un habitual. Dos cartas les llamaron la atención: la primera muy corta y seca de A. Fer, decía:

«Querido

Te he presentado a Marta y está loca por ti. Me debes una. A Fer»

La otra estaba escrita por Blanca. Antes de abrirla Wert se preguntó si aún se escribían cartas físicas, con tanto e mail y WhatsApp. Era de hace un año, perfumada, y con un detalle cursi en el lateral. Un falo dibujado y estirado y palabras sueltas:

« ¡Ahora sí! La noche increíble. ¿Repetimos? ¿Re-sintonizamos?»

« ¿Comemos juntos en La Gota?»

Tuya B. Foss

Wert guardó en su bolsillo un amuleto que le llamó la atención y cerraron la puerta. Todo era demasiado explícito:

— ¡Y el pájaro ha volado! —agregó su ayudante.

—Busquemos mierda —agregó Wert. Su ayudante señaló la Calle del pecado y Blanca como lugares del rompecabezas, pero Wert intuía que el juez no daría una autorización para «limpiar» el piso de Blanca.

—Estamos de nuevo a cero —dijo. Al despedirse de su ayudante extrajo la lista de la «banda de los seis» y escribió un WhatsApp a A. Fer:

#Soy Wert, Jefe de Policía. Le visitaré en su casa mañana#. Una respuesta apareció.

#Estoy lista para defender a mi amiga# Wert sonrió. Otro mensaje apareció a continuación:

#Preséntese en la Central#

Wert intuía que los cambios por arriba traían noticias y no positivas. Comenzó a caminar por la Diagonal en dirección a la Central. La ciudad estaba engalanada del Congreso de Móviles. Todos caminaban inquietos ante una primavera tan lluviosa. Los carteles de una marca coreana de móviles hablaban de: «Humedad en los talones», «humedad en las relaciones», «humedad en la amistad»

#Humedad en el sexo# —pensó Wert— y en su cabeza retumbó: «este es un caso húmedo».

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