Mi vida italiana -03 Elsa Morante. (5 formas de escribir y cocinar la pasta)

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Mentira y Sortilegio – Elsa Morante

“Al principio, cuando aún era apenas una chiquilla, parecía solo un juego, o una diversión placentera. Cerrados los libros, me complacía construyendo con la fantasía sucesos e historias inventadas por mí, inspirándome, por supuesto, en mis fábulas preferidas. Y aunque las tramas que imaginaba variasen en función del humor de cada día, los protagonistas, por el contrario, se parecían siempre los unos a los otros o bien eran iguales, y casi estaban unidos por estrechos lazos de parentesco. Por supuesto, se trataba siempre de reyes, caudillos, profetas, es decir, gente de altísimo rango. Cuando no llevaban una armadura o un sayo, mis personajes iban vestidos con ropajes increíblemente fastuosos y, aunque no lucieran aureola, casi todos llevaban corona. Pero debajo de toda armadura, uniforme o gala, siempre se podían reconocer las mismas facciones; precisamente las que me eran familiares, pues pertenecían a mis parientes, vivos o muertos, y las de aquellos que, aun no estando unidos a mí por vínculos de sangre, habían dejado una huella profunda, de amor o de odio, en mi pasado”. Elsa Morante

Elsa Morante desnuda una de las tareas del escritor crear escenas donde en su pasado, sus familiares aparecen en un baile infinito con galas y uniformes cambiados. Tal vez no sea patrimonio del escritor sino de la familia humana. Nuestros actos siempre están guiados por ejemplos, cuentos con media verdad u observaciones familiares. Hace unos días vi un reportaje a Michel Obama (Netflix). Transcurre, en su gira por 28 ciudades para presentar sus memorias, se observa la majestuosidad del personaje ya histórico, estados inmensos y llenos y una conversación entre ella y su público, o reuniones de diez personas con mujeres afroamericanas (así se llaman muchas a ellas mismas) jovencísimas que le interrogan sobre cómo desarrollar su propia visión de la vida. Todo ello, en tres coches del servicio secreto, etc.

Le interrogan sobre cómo desarrollar su propia visión de la vida… Tal vez Elsa Morante a través de esta idea-fuerza nos lleva a ese espacio de nuestra intimidad en la cual las recreaciones con uniformes y familiares son parte de las preguntas que nos hacemos. Son el escenario por el cual corregimos antiguas limitaciones que asumimos como propias, aunque a veces son ajenas.

En el caso de Michele Obama surge aquel antepasado Jim que fue esclavo, pero su padre  Fraser, es su ejemplo, “trabajaba como operador de bombas en el Departamento Hidráulico de Chicago, y aunque le diagnosticaron esclerosis múltiple a una edad temprana, casi nunca faltó al trabajo”. (Wickipedia)

Pero todos tenemos historias parecidas que nos acercan a quienes han tenido esa capacidad moral de impactar en nuestras vidas. En la actualidad tan asociada a la actitud líquida evitando compromisos profundos y cultivando la imagen. Nadie, lo diré dos veces, nadie puede escapar de esas personas que insisten en nuestro interior en actuar guiados por  la fe en la vida y los comportamientos correctos.

Escribir no es una actividad diferente de la de las demás profesiones, tal vez la ficción esconda el juego de la memoria y lo reemplace por personajes, pero cuando veo series muchas veces me pregunto si algunos guionistas no han perdido los valores interiores. Todo no vale a la hora de contar, siempre nos deben guiar historias creíbles.

Pues el juego de la vida se construye en la coherencia y la Aldea Líquida esta falta de ello. Por eso vivimos una lucha entre los guionistas de Tele 5 o los escritores de verdad.

La Receta, Spaghettini al Gamperi, pomodoro e capperi (con camarones y alcaparras)

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