
Hola amigos, hoy regreso a una nueva serie que siempre es muy leída. Viajo con ella al mundo de mis abuelas italianas (Francisca y Domenica) donde la fe en Dios y la moral vivían en su vida diaria. -j re crivello
Pude llegar hasta muy cerca de la nube rosa donde se sentaba Dios. El capto mi deseo y me deposite a su lado. A lo lejos las tormentas de fuego y lava del infierno no cesaban de sonar como si fuera una barbacoa de fin de semana. Abajo a la derecha una hilera humana esperaba extenuada. El capto mi pensamiento y dijo:
—Las puertas del cielo siempre tienen una romería de solicitudes. Yo vivía aun allí abajo, no entendia porque buscábamos el cielo aquí y no lo practicábamos allí entre los humanos. El insinuó una respuesta, luego sonrió para caminar hasta donde su nube se hace inestable, le seguí.
¿Esta vez no me has traído un libro? —pregunto. Mi respuesta fue que había optado por el sistema antiguo, cuando se recitaban de memoria versículos hasta la extenuación. Y comencé:
“La idea que necesitamos un ser sobrenatural que nos haga actuar moralmente implica que hay algo no natural en la moral” (1) Mis abuelas rezaban en busca de la salvación, en ellas existía un deseo de Dios para que su alma fuera recta. Y le miré. El desapareció y volvió a aparecer.
—¿Te has sentido sin código ético al verme desaparecer?
—No. Respondí. Los simios éramos animales de clan, de comportamientos reglados, al hacernos humanos nos dotamos de la religión. Apareció en nosotros la idea de Dios. Al abandonar aquella certidumbre animal nos invadió un gran miedo a la vida y te inventamos a ti. El sonrió.
—Ves allí, señalo el infierno. Solo mueren los que han pecado. Aquellos que no viven con una moral. Ellos solos se condenan.
—¡Es muy difícil allí abajo ser bueno! —exclamé
—Dices, ¿que tus abuelas rezaban y deseaban ser buenas? Cada vez vemos a millones de personas sufrir por cosas nimias, pero que dependen de un tercero, pongamos el ejemplo de una madre o un padre con respecto a sus hijos. ¿Cuál es la primera enseñanza hacia ellos?
—El equilibrio, la justicia. El dar amor a cada uno respetando a los otros.
—Así nacen los buenos —dijo Dios y desapareció.
Notas: pág. 223, 21 lecciones para el siglo XXI, Yuval N. Harari
Gracias Juan, sabes cómo me llegan esas historias tuyas. Gracias de nuevo. Un gran abrazo y feliz lunes.
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Un abrazo Conchi
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El Dios al cual usted ha rezado esta fuera del área de servicio…favor de orar más tarde…Besos al vacío
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