
“Preámbulos del tiempo.
Capítulos dispersos
silencios rasgando
al vahído de la noche”
—¿Por qué ha llegado a mis ojos ahora y no antes?
Presumo que no era el momento.
Andaría mi álter ego en otras búsquedas, muchas fallidas. El punto es que finalmente nos encontramos
Segunda Guerra. Anopopei. Pacífico.
Anti epopeya para bebérsela a sorbos lentos.
Mailer detalla con salvaje desnudez al estiércol de los pensamientos más disímiles, fusiles cazando en la memoria del “antes de…” a espejismos cada vez más difuminados.
Juventud americana enfrentándose al descarnado cataclismo del combate:
- Cummings, el General, no joven. Más helado que un témpano a quien solo le importan los resultados al margen de reflexionar que en sus manos está el sí y el no de sus subalternos. Arrogante y manipulador, subyugado en sus profundidades por el fascismo.
- El Sargento Croft desahuciado y fulminante.
- Ridges, el típico “redneck” tan despreciado por el norte.
- Hearn, culto, lector, intelectual.
- Red Valsen, de Montana, minero y sindicalista.
- Gallagher, irlandés, católico por supuesto. Del submundo de Boston.
- Goldstein, judío, discriminado directamente por algunos judeofóbicos, seres a quien interiormente también discrimina, desesperado por mantener intactos sus principios religiosos poniéndolos a prueba en el enmarañado conjunto de “compañeros” de exilio distorsionados entre la ira y la decepción.
- …y el sexo, como tácito personaje.
Los personajes han sido cincelados en carne viva, la existencia es una gota de inmensa duda, obsesión obscena declarando al horrorizado espanto del combate.
Mailer.
Magistralmente escrito, parece el Diario de un ghostwriter escondiendo su autenticidad de autor. Narrador omnisciente y anónimo.
Paradoja.
Sumatorias. Preludios de hombres a medio hacer, mutaciones masticándose el constante sacrilegio de la muerte, pensamientos delirantes con sabor a sexo febril.
Entre borracheras, emergen dardos directo al deshecho corazón, delirios cuestionando aquello en lo que era tan fácil creer, el sueño americano, la justicia, la fidelidad en el amor, la ilusión de vencer y las arenas movedizas del espanto revolviéndolo todo, olvidándolos desnudos sobre descuartizados cuerpos, cadáveres flotando cuesta abajo sobre ríos enrojecidos.
El lado oscuro.
Los párrafos huelen “A sangre fría”, cuánticos segundos apretados a la guadaña del sin destino.
Me ha fascinado sentirme al límite, no por hermoso sino por híper realista.
Sería muy didáctico si este libro fuese de obligatoria lectura en bachillerato, carece de la falsedad taquillera del XXI, atrocidad vendiendo soldados llenos de ideales sirviendo valerosos y hasta sonrientes a la gran nación de los encandilados y no es que ideológicamente no resulte; sin duda, funciona.
…no obstante, en este hoy tan amañado, penetrar una novela como esta, convertirla en motivo de análisis para los adolescentes <quizás…> mostraría que detrás del poder, la piel ni es ni vale; simplemente, se ahoga en el vacío.
…me ha encantado, también, la exposición de prejuicios dentro del grupo:
-El elitismo del Norte respecto a “los ignorantes del Sur” analfabetas capaces hasta de acostarse con una mujer de raza negra.
-El dardo antisemita incapacitado de discernir y su espejo, Goldstein, esforzándose por ser el “distinto” pero a su vez, ansioso por ser aceptado por su valentía y solidaridad en el terreno del ostracismo.
-El concepto monolítico de la religión auténtica.
-La supremacía instintiva del sexo apuñalándoles la poca moral que ya queda.
…y lo peor, tanto prejuicio para perderse en la misma horda de condenados.
—¿Estará follando? ¿Con quién? ¿Dónde?— ¡Aquel coño…! De pronto, sin rostro ni fe.
1948/2021
Renovadas formas, igual hedor.
“La enardecida silueta
del éter que nos alucina
<implorando, suplicando…>
que no bebamos
al incendio venenoso
que fusila
enajenado ejército
mutilando a las luciérnagas”
Scarlet Cabrera