Old Chevy: La herida en la maleza by j re crivello

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By j re crivello

El bosque era impenetrable, recibí el mensaje a través de un amigo. Me había dicho que encontraría una Chevrolet en el bosque encantado o Selva de Hoh en el Estado de Washington muy cerca del océano Pacifico (2). Como era una reserva federal debía ir con mucho cuidado de las leyes de protección.

En esa zona solo una carretera pequeña de grandes líneas rectas permitía avanzar, si estaba en algún sendero ya podía olvidarme de ella. A veces me preguntaba porque ir tan lejos, o a un sitio tan cerrado habiendo tantas furgonetas abandonadas, pero mi amigo insistía. Al llegar al final de una larga recta, deje la furgoneta y camine por un sendero amplio en una suave ladera unos 30 metros. ¡Allí estaba! El rojo o los azules le hundían en el campo. Pude forzar la puerta y luego abrir la tapa del motor, siempre llevaba conmigo una batería antigua y la reemplace, alguna idea me rondaba al suponer que ese motor andaría. Ronco fuerte, luego protesto, dio de sí gritos de libertad varias veces en el silencio del bosque y comenzó a funcionar. Después de tantos años la Chevrolet tenía un gran pulmón, pude ver como la señal de gasolina se movió y quedo clavada en lleno. Como hacia siempre en cada momento seguí mi ritual de sentarme y esperar si hablaba, pero solo rugía. Y yo imaginaba a los Guardias Forestales llegando para detenerme, pero antes de venir a verla la había reclamado a un tal Alfred Sanders quien me la traspaso por 50 dólares, por lo tanto aunque nadie se lo creyera podía decir que venía a llevármela. Me baje y mire si sería posible que saliera de allí aunque los neumáticos estuvieran enterrados, decidí inflarlos y resistieron, luego con una pala aparte todo lo impedía su movimiento. Me volví a subir y puse la primera y el bólido protesto y gimió como si fuera a estallar, poco a poco tomo velocidad bajando la suave pendiente y yendo con fuerza hasta dar a la carretera pequeña donde había dejado mi furgoneta aparcada. Siguió la larga recta yendo de un lado a otro en un ruido incontrolable. Apreté el freno y se hundió hasta dar contra el suelo y rozar el pavimento apareciendo a mis pies un agujero. ¿Quién para esto? –grite.
_Hace años que no corría, estoy encantado de volar aunque temo por mis gomas –escuche.
_ ¡Pues párate! –exclamé-.
_No, ¡esto es una maravilla!, ahora veras en la próxima curva. Y… derrapamos cayéndose la caja de madera trasera. ¡Vamos con el culo al aire! -Grito con fuerza la Chevrolet-. Bert Carrigton no estaba asustado solo pensaba que las grandes rectas de la carretera le agotarían y la locura les abandonaría en algún lateral, luego aparecerían los Guardias Forestales y le meterían en la cárcel un buen rato. Los arboles les rozaban. La carretera era una flecha muda que le invitaba a asistir a un viaje eterno. A pocos metros la puerta de la derecha se despegó primero rozando y produciendo chispas para luego saltar por los aires, luego se desprendió la de la izquierda mientras la velocidad aumentaba.
_ ¡Estas endemoniada! –grito B Carrigton
_No lo creas, llevo 50 años esperando esta verdadera muerte. Mira debajo del asiento y veras una botella de wiski. Carrigton la encontró con la mano derecha y la abrió para dar tres tragos.
_ ¿A qué velocidad vamos?
_100
_Y ¿cómo es posible?
_La bajada nos empuja, vamos a estrellarnos al final de esta larga recta, pues la curva del final es cerrada y nos hará saltar en un saliente que da al rio. Y acompaño esta frase con una carcajada llena de altibajos. B. Carrigton miro en todas las direcciones y bebió otros tres tragos ¿Y si saltaba? Y… ¿si movía el volante y se estrellaba contra los árboles? Decidió abrir la tapa del motor, aunque oxidado el empuje del viento le levanto contra el parabrisas para saltar por los aires. B Carrigton trabo la dirección saliendo por el lado izquierdo para zambullirse de cabeza en el motor y con una barra como si llevara un hacha dio golpes sin parar contra el tubo que servía la gasolina. Este reventó dejando que un chorro de gasolina escapara al cual las chispas incendiaron. La Chevrolet volaba disparada dejando tras de sí una llamarada espectacular. Bert C. regreso al habitáculo y cálculo que o saltaba al rio cayendo desde 80 metros o se frenaba antes. A diez metros antes del vacío se detuvo sin fuerza motriz. ¡Estaba salvado! Escucho la voz por última vez:
_ ¿Te ha gustado?
B Carrigton fue caminando hasta la caseta de los Guardias Forestales a 20 Km de allí, le pusieron una multa y le dejaron en libertad con la prohibición de dos años de entrar en la Reserva Forestal de EEUU, luego demostró que era de su propiedad y le permitieron traer un camión que la cargo y la llevo hasta el cementerio de Las Dunas. Allí decidió restituir sus puertas y la tapa del motor, la dejaron en un sitio en la cual llenó de cemento sus ruedas y las ataron con hierro. Bert durante mucho tiempo se acercó hasta ella con respeto, pero mantuvo tres cosas actualizadas, el tanque de la gasolina lleno, la batería cargada y las llaves puestas como si fuera a repetir aquella loca carrera. Los datos que obtuvo de ella en una comisaria fueron posible por el número de bastidor y el nombre de su anterior dueño. También colaboró un policía, quien se empeñó en ayudar al Cementerio de las Dunas para buscar en miles de carpetas en el sótano de la Dirección de Tráfico y encontró una que contenía una foto de ella y un papel que decía:
#la carrera ante la muerte… a veces se detiene algunos metros antes#

Notas:
1- Bert Carrigton puso la nota de papel y la carpeta atada con una cinta en el motor de la Chevrolet.
2-En Estados Unidos, en la zona oeste del Parque Nacional Olympic (estado de Washington), existe un bosque templado que no se queda atrás en cuanto abundancia de agua caída y explosión verde en formas más propias de un paisaje que haríamos de fantasía: se calcula que cada año las precipitaciones suman unos 4.000 milímetros en un área frondosa que es la zona más húmeda del territorio continental del país. A diferencia de otros bosques templados, en ésta zona predominan las coníferas, a la que se suma la humedad que pone su ingrediente “mágico” para convertir el bosque en un espectáculo visual inigualable (Fuente http://101lugaresincreibles.com/2012/06/el-bosque-encantado-de-estados-unidos-selva-de-hoh.html )

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Ana Piera dice:

    Qué buen relato Juan, lleno de acción. A mí me gusta mucho que las cosas inanimadas cobren vida en la literatura. Te dejo un abrazo.

    Le gusta a 1 persona

    1. Gracias Ana! Saludos Juan

      Me gusta

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