Las descubrió en un rincón del patio del instituto detrás de un muro. Fue fugaz lo que Fátima contemplo. Cloe la amiga más popular de su clase le había soltado un beso en los labios a Sonia, la chica más tímida, aquella que se sentaba en la última fila para pasar desapercibida y que todo el mundo ignoraba. Fátima echo unos pasos hacia atrás hasta quedar escondida detrás de una columna, justo para no ser vista y así seguir husmeando a sus compañeras. Ambas permanecían sentadas una al lado de la otra, sin tocarse, sin mirarse. De repente, esbozaron una sonrisa que detonó en una carcajada cómplice que ahogaron llevándose las manos a la boca y una mirada hacia atrás, por temor a ser vistas. Fátima se arrimó lo máximo que pudo contra la pared, su corazón latía debocado por miedo a ser descubierta. Unos segundos después la curiosidad la llevo a cotillear de nuevo. Las vio abrazadas, apoyando la cabeza la una contra la otra. El impacto del descubrimiento permanecía atragantado en la garganta de Fátima que aún, no podía creer lo que había visto. Nunca hubiera imaginado que Cloe la chica pija de cuerpo perfecto le gustasen las chicas y menos cuando fardaba con sus amigas con chicos de portada. Entorno los ojos, llevándose la mano al pecho ante un dolor ofensivo ante lo que veía. De repente, la contradicción pasó aún cosquilleo que la invadió ocupando su estómago. Una sonrisa fruto de la adrenalina de la felicidad iluminó su rostro. Las fantasías que en silencio rememoraba cada noche con poder acercarse y estar junto a Sonia, por fin se podían hacer realidad. Solo era cuestión de pensar en algo para quitarse a la pija de encima.
Barcelona / j re crivello// Escritor y Editor / Fundador de Masticadores 