
A girl in her nationalist, fascist, uniform in the city of San Sebastian. (Photo by Maeers/Fox Photos/Getty Images). 14th November 1936
«Norma 60.Un hombre no debe tratar afectiva y asiduamente con una mujer sino con vistas al noviazgo, ni emprender el noviazgo sino con vistas al matrimonio. El flirt es un pecado ordinariamente grave.
Norma 62. Para conseguirlo, además de una intensa vida de piedad, han de procurar huir, en su trato, de la soledad y de la oscuridad. El no hacerlo suele ser pecado mortal, porque constituye un peligro tan próximo que es casi segura la caída, y fácilmente sirve de escándalo a los que lo conocen.
Norma 64. No puede aceptarse el que los novios vayan cogidos del brazo con peligro para ellos y mal ejemplo para los demás. Es escandaloso e indecente el ir abrazados de cualquier forma que sea.» Año 1959(1)
Javier atravesó la calle, a una manzana vivía su amada y ese mal que les acompañaba, estaban enamorados, hacía que su desconsuelo fuera en aumento, la familia no quería dar su consentimiento y sus vidas parecían sin salida. Una mirada aquí, una solitaria carta, algún si por respuesta en la panadería o en la droguería de su tía. De tanto ir y venir hacia el amor estaban pensando en alejarse uno del otro durante años, tal vez prometidos en un compromiso.
#Estaba allí… paso muy cerca y ella conto con sus labios hasta tres, el respondió con un suave siseo. Mañana intentarían verse en la academia de baile, un sitio poco decoroso pero muy puesto por el Régimen* para tolerar los amores a hurtadillas. Y el sábado iría a la modista a llevar unos pantalones y allí aquella señora tan agradable les dejaría un probador inmenso y tranquilo para contarse sus cosas.
Notas:
*Regimen franquista
(1) Assumpta ROURA, Nosotros, que nos quisimos tanto. El libro de los que fuimos jóvenes, Barcelona, Planeta,
1996, p. 139. La Comisión Episcopal de Ortodoxia y Moralidad emite en 1959 las llamadas “Normas de Decencia Cristiana”, que no son sino un compendio de cánones de comportamiento admitidos en cuanto se refería a la vida familar, las relaciones de pareja, con los hijos, los sirvientes, desde el completo rechazo a cualquier método anticonceptivo que limitara la finalidad procreadora fundamental del matrimonio, pasando por el adoctrinamiento de los jóvenes respecto a su forma de vestir o divertirse, hasta la defensa de los verdaderos valores de la mujer como sostén del hogar y madre de familia. Fuente: “NOSOTRAS, LAS DECENTES. LA SALVAGUARDIA DE LA MORALIDAD FEMENINA EN UNA CIUDAD DE PROVINCIAS.” Beatriz Caballero Mesonero
Universidad de Valladolid http://www.ahistcon.org/docs/Santiago/pdfs/s4d.pdf
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