Es la gran conquista de cada ser humano. En ella están enterradas la vida salvaje y la renuncia a resolver por nuestros medios las diferencias. Nos dice Rosseau que este Contrato social construye un derecho limitado.
Todos aceptamos a renunciar a la libertad natural. Cuando el poder político quiere legislar sobre la malversación en los caudales públicos aparece la mascara de la corrupción del propio poder político.
En ese momento nos encontramos que los propios políticos están decidiendo sobre lo bueno y lo malo de la fuerza del dinero. En el caso de Griñan nos dicen que malverso, pero no se enriqueció. En el caso de los nacionalistas, su figura emblemática utiliza un lenguaje enrevesado: «Hemos estado batallando durante mucho tiempo para que se eliminara la sedición. Ahora toca abrir esta otra batalla en el ámbito de la utilización perversa de la malversación», dijo ayer el presidente de la Generalitat.
El buen salvaje renunció a su ejercicio personal del poder para aceptar el derecho limitado de la libertad. Nuevos políticos trabajan sin cesar para adecuar sus comportamientos del pasado a una legalidad que discrimina a posteriori si aquel comportamiento fue legal o no.
Son los nuevos salvajes, que construyen la ley diciendo que por encima de la ley y los politicos tienen la capacidad para rediseñar el pasado. Miles de prisioneros en las cárceles españolas podrían solicitar para si el mismo resultado. Pero ellos son los parias de la sociedad. Para ellos no hay cambios. Si hay cambios para aquellos que se rodean del pacto, el secretismo, la manipulación, y el deseo de resolver sus problemas del pasado con decisiones políticas de hoy.
Decía al respecto Montesquieu que si se unía el poder del Príncipe (del poder Ejecutivo) y el de los magistrados: “todo estaría perdido”
Observamos cómo el poder político busca asaltar el poder de las leyes para cambiar la Ley de Malversación, si esto cae. Si este cambio se da, cualquier gobierno que venga se creerá con derecho a legislar sobre su pasado.
Y, ya nada nos distinguirá de la Dictadura. Y tal vez podremos romper el Contrato Social y recuperar nuestra libertad de salvajes. Tal vez no lleguemos a esa situación, pero crece entre los ciudadanos una cierta ignorancia y alejamiento sobre estos comportamientos que protagonizan dos partidos que se enorgullecen de haber sido fundados hace más de 100 años.
A partir de ahora, ya no se castigará el delito de robo. Se castigará (si procede) cuáles fueron las intenciones de quien robó. Una especie de legalización de Robin Hood, con lo que, de paso, el ladrón, QUE SIEMPRE SERÁ POLÍTICO, estará legitimado para robar dinero público («el dinero público no es de nadie», Carmen Calvo) en favor de otros, que mayoritariamente serán también políticos.
Estos son los mismos que acusan al PP de financiación ilegal.
Cada día, por desgracia, nos parecemos más a la Venezuela de Chavez y Maduro.
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Si, este tema nos acerca a Robin de los bosques, bonita aventura pero no se parece en nada a estos políticos. saludos.
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