Mónica y yo: Es tan fácil prometer by j re crivello

Es tan fácil prometer, y, m… qué difícil cumplir, ¿no?  Mónica Nigro Ré

Las promesas las referimos a deseos que guardamos en la mano. Le mantenemos cerrada y la abrimos ante el temor a perder a quien estamos unidos. Una, dos, tres promesas. Que te dejare en tu casa; que te alisare la acera para que vengas antes de la tarde; que preparare una casa llena de juegos y dentro es posible que vivamos… toda la vida. Que si te pasa esto; revisa aquello, duerme aquí, o anima un juramento por el futuro.

Luego es difícil cumplir. Asomamos la nariz oliendo a no. Los grandes seductores coinciden en mentir con suavidad. Ellas se van al suelo de amor y ellos carecen de escrúpulo. Luego algún fastidio o un llanto.

¿Quién más promete y no cumple?

Los políticos, los asnos, los cuatreros, los vaqueros de las pelis del oeste que lo resuelven a plomo y pelea. Y mi madre, si mother… ya sé que la vuestra es seria y cumplidora. Debo confesar que la mía me prometió más de una y cumplió de cada par tan solo de tanto en tanto. Siempre me han parecido interesantes las madres cumplidoras. Son una categoría que deja huella, dan mucho orgullo; pasados los años al contar historias fantásticas de fidelidad materna o sacrificio raudo ante la soledad. Pero me temo que la legión de los asaltadores de caminos, o violadores, o chicos malos de mucho pelaje que no han tenido madres cumplidoras y me incluyo en los chicos malos. Hay una parte de la Humanidad que ha sido abandonada y se ha reinventado superando ese aniquilamiento espiritual de la madre que… lo parió

Por tanto Mónica, tú que tuviste una madre ejemplar, mi Tía Rita, puedes presumir de cumplidora. Te lo enseñaron en casa. A otros nos tuvimos que mirar de reojo para distinguir el bien y el mal. Y reincidir ¡mierda!… en cumplir.

Los chicos malos nacemos así… ¡viste!