Perfiles: Yo, José Luis

Artículo escrito el 17/09/08

José Luis se acercaría caminando hasta el límite del camino. Fue en ese espacio, cuando comenzaría a considerar que el precipicio estaba cercano. Un tono cuáquero se le presentaba ante la perspectiva de tan inmenso espacio. El aire le daba en la cara con fuerza. Se negó tres veces a hacer lo que le pedían. En su fuero interno, estaba convencido que la reforma era lo previsible.  Era lo que la sociedad había dejado inconclusa desde el fusilamiento de su abuelo a manos de las tropas franquistas (1 a).

Es por ello que en su alambicado y extraño interior opinaba, que las mujeres debían tener una ley del aborto que rompiera con los hábitos anteriores. Porque dicho recuerdo, incrustado en el pasado reformista frustrado, le olía a tufillo de pactos gestados en La Transición. La tradición de su familia política, siempre había sido trabajar por los cambios, estaba convencido que ello estaba en la línea del progreso. Pero, esta ¡inoportuna crisis! Cual maldita palabra, le hacía añicos los proyectos presentes. Le fastidiaba esta ruptura en los intercambios, que había degradado la economía. En sus tiempos, las crisis eran proto-capitalistas (2) y sus significados se percibían con claridad:

“Solo se solucionan con una guerra que elimina la sobreproducción”  -de ello daban fe sus profesores de izquierda-. Pero desde el poder, su intuición, le instaba a afrontar esta mini–recesión con políticas keynesianas, pues según sus asesores, su origen estaba en EEUU y ellos ya la resolverían. Sino, como se explicaba que la Alemania de la Merkel —una gran potencia exportadora y de investigación- se movía en un crecimiento negativo del 0,5. Era hasta lógico lo que nos pasaba a nosotros como país. (1 b)

En su convencimiento, las órdenes a transmitir eran claras. A su vicepresidenta: ¡que insistiera! Que insistiera con la persuasión, de sus proyectos sociales. Esta legislatura daría un cambio en la muerte asistida. Un eufemismo ¡tan traicionero!, para decir, ¡qué carajo!, para hablar de la Eutanasia. De lo que se trataba era, de que si alguien estaba en las últimas, pudiera decidir marcharse de este mundo.

Pero también era el momento de contar los muertos. Los que el dictador había dejado en campos olvidados, en viejos graneros, o detrás de la tapia de un cementerio. No podía aceptar esa argumentación por la cual la República también tenía sus muertos, o sus trampas. ¡NO!. De lo que se trataba era de demostrar nuestra superioridad moral. Aunque para ello nos colocásemos en la visión positiva de: ¡tienen derecho a conocer dónde están sus familiares! La derecha era hija del fin de los tiempos. No aportaba nada progresista. Los únicos que le imponían respeto eran los liberales (3). Ellos entendían la globalización. A ellos les acompañaba una ideología que respetaba las libertades individuales y les convertía en un bocado goloso. Se aproximaban al núcleo de las libertades, de opinión, de intercambio, de ruptura de fronteras, de igualdad de géneros. En España la insistencia de la derecha de apartarse de esa familia política le dejaba para sí el centro en su propiedad.

Para los socialistas, donde se separaban los caminos con los liberales, era en el papel del Estado. Para ellos su mercado libre y sin ordenanzas era una maldad que propiciaba las crisis. ¡Maldita palabra! ¡Ya estábamos otra vez allí metidos! En una recurrente invitación a demostrar que el ciclo económico se había debilitado. ¿Tan solo eso? Pero la derecha y algunos de la izquierda se empecinaban en querer darle al contexto un titular. No debía ceder a esta estupidez mental. De lo que se trataba era de ampliar las bases de la reforma. De equiparar a hombres y mujeres. La igualdad de género era el objetivo. O lograr una sociedad más protectora con las capas sociales desfavorecidas (4). Para explicarme mejor, “la política en este periodo de crisis, será mantener el poder adquisitivo de las pensiones, de los funcionarios, de la política social. Ha llegado el momento que desde el Estado se desarrollen una constelación de decisiones que nos llevaran al modelo socialdemócrata sueco” (4)

De tanto explicar, él sabía que convertiría esta sociedad en una tinaja llena de buen vino. Era tan sencillo. Casi un recuerdo. A veces, aparecía ante sus ojos aquel verano sangriento del 36, de una sociedad de izquierdas dispuesta a unirse en un canto coral. La intransigencia patriotera rompió aquel rumbo. Estos patriotas de plastilina ¡joder!  Una verdadera actitud consistía en ser optimista, confiar que la salida de las más diversas situaciones, las cuales se correspondían con la fe en la Nación. Ya era tarde, José Luis recogió sus papeles. La hora de la cena en el corazón del Estado se adivinaba como la rúcula con aceite de oliva, suave, desenvarada, pero convencida de ser más buena que la lechuga ordinaria.

Notas:

(1) http://www.leap2020.eu/La-crisis-actual-explicada-en-mil-palabras_a1409.html

(1ª )Zapatero terminó su discurso de investidura como presidente del Gobierno con una cita del testamento de su abuelo, fusilado en 1936 por mantenerse fiel a la República ante el golpe militar: «Un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes». Más recientemente, Zapatero ha recordado a su abuelo en un libro que ha prologado sobre los españoles que fueron deportados a Mathausen, diciendo que el capitán Lozano murió «defendiendo los valores de la democracia en la Guerra Civil española». Lo curioso es que estuvo a punto de morir por la misma causa, defendiendo la democracia representada por un Gobierno de la derecha, al ir a sofocar la revuelta organizada por el PSOE en 1934.

(1 b) http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1047969

2) Idea tomada del artículo de Jorge Beinstein –jorgebeinstein@yahoo.com– “En ese sentido resulta apropiada la idea de Chaunu cuando interpreta al largo derrumbe del imperio romano como un proceso de paedomorfósis; retroceder para saltar luego con más fuerza hacia adelante. «La paedomorfósis significa que llegada a un cierto punto crítico y a condición de no haber cometido errores irreparables, de no haber ido demasiado lejos por la ruta equivocada, la evolución puede retroceder, desandar buena parte del camino que la había llevado a un callejón sin salida y recomenzar la marcha en una nueva dirección» (Chaunu, op.cit). O la actual de Solbes (Ministro de Economía español), en la cual la crisis es una forma de eliminar los problemas que generan un sector -el de la construcción- que ocupa el 19% del PIB español.

(3) Sus características principales son:

El individualismo, que considera a la persona individual como primordial, por encima de todo aspecto social o colectivo. La libertad como un derecho inviolable que se refiere a diversos aspectos: libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa, etc., cuyo único límite consiste en la libertad de los demás, y que debe constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos. La igualdad entre los hombres, entendida únicamente en lo que se refiere a diversos campos jurídico y político. Es decir, para el liberalismo, todos los ciudadanos son iguales ante la ley y para el Estado. El respeto a la propiedad privada como fuente de desarrollo individual, y como derecho inobjetable que debe ser salvaguardado por la ley y protegido por el Estado. http://es.wikipedia.org/wiki/Liberalismo

(4) “La fortaleza de la economía española [reside en]: la vitalidad del sistema financiero, de las cuentas públicas y de las políticas sociales” Declaraciones de José Luis Rodríguez Zapatero en el Parlamento, 17 de septiembre de 2008. Ver:   http://www.neoliberalismo.com/modelo-sueco.htm

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