¿Hemos de permitir que nuestros anhelos se centren en cosas tan pequeñas? Sí, sin duda alguna, mientras no llame a nuestra puerta silenciosa ningún acontecimiento que rebase nuestra volición. Y por supuesto, tendremos que seguirnos diciendo el uno al otro todos los días que aún nos amamos. […] No se debe ser tacaño con el amor, pues la porción de capital que se desembolsa va renovándose , a través del gasto mismo”. (Pág. 36, Freud, Epistolario)
Concebimos el amor como una apuesta temprana y rápida, pero tal vez está rodeada de grandes trampas. Renovarlo, como dice Freud, es una larga partida donde el día anterior suma al siguiente. Sino este capital se enmohece, se disipa.
Muchos actualmente, están tan metidos en el desarrollo de su individualidad que olvidan este aspecto. Olvidan las tardes largas de sol y casi sin palabras, o el esfuerzo de criar un hijo/a, o de dominar los gastos para asegurar una vivienda donde destilar esta partida de contacto con el otro.
Cuando observo los jóvenes de +25, y su lucha desigual por resolver estas cualidades que afectan al amor, no puedo menos que recordar que cada generación recupera estilos antiguos, pero refunda nuevas guías para el amor.
Dice en Freud en 1882 en una larga carta de amor a Martha Bernays: “Contigo, por ti, sabré hacer buen uso de mí mismo para asegurarme esta participación en las cosas buenas de la existencia y compartirla contigo” (pág. 36 idem libro)
¿Algo que agregar? Tal vez, no olvidar de disfrutar el amor, es la manera de recargar su capital.