
Celia caminaba entre las mesas de la cafetería mientras recordaba las horas anteriores. Frenética, no lograba quitarse las imágenes de la cabeza. Con la jarra humeante en las manos se dirigía hacia los clientes y les hablaba amable, ofreciéndoles el líquido marrón.
—¿Café?
Recordaba cómo se frotó las manos con el agua helada que salía del grifo, mientras sus dedos temblaban. No podía desprenderse de toda la sangre lo suficientemente rápido y veía cómo el agua de color rosa salpicaba el lavamanos, dejando un espectáculo siniestro en la loza.
—¿Café?
Con lágrimas en los ojos se miró al espejo. El ácido del estómago le golpeó en la garganta, y un par de arcadas le amenazó hasta que vomitó. El rojo manchó las paredes y el charco ensangrentado que salió de su boca no lograba diluirlo el agua de la cisterna. “Lo hiciste, no debías haberlo hecho”, se recriminó con dureza.
—¿Café?
Moretones violáceos marcaban su mejilla y su cuello, del lado que el hombre la había golpeado. Una nueva mirada al espejo y vio más sangre en su pelo, en su boca. Hizo otro intento de quitar por completo el rojo carmesí. “Deberías haberte dejado, solo quería divertirse”.
—¿Café?
Su camisa de algodón se encontraba húmeda y pegajosa, más sangre. Lágrimas renovadas cayeron por su mejilla. El desconocido tenía un sabor asqueroso. En la oscuridad de la calle se giró antes de marcharse. El hombre yacía en el suelo en un manto de su propia sangre, las arterias abiertas son muy teatrales.
—¿Café?
Pasó su lengua por el labio partido y justo detrás, un par de pequeños colmillos. Estaba demasiado molesta, desmesuradamente frustrada como para ocultarlos. Miró la hora, tenía que limpiarse y cambiarse, debía darse prisa para no llegar tarde a su turno en la cafetería. Con suerte se olvidaría del incidente antes de que terminara la noche, ahora lo mejor sería concentrarse en atender a los clientes.
—¿Café?
Notas:
(Blog de Natalia) https://nataliacarnales.wordpress.com/2021/04/17/cafe/
Nº registro: 2109059175375